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lunes, 30 de abril de 2012

Caricaturas que marcaron época

Ya fuera por el carisma de sus personajes o al menos por una frase, las viejas animaciones conservan el encanto entre sus fanáticos

GUADALAJARA, JALISCO (30/ABR/2012).- Hace 20 años no había que preocuparse si el celular recibía señal. Mucho menos por ver a quién habían etiquetado en Facebook. O qué famoso había muerto y resucitado en Twitter. Si alguien se perdía, tenía que llegar a casa preguntando, nada de GPS o Google Maps. Y para los niños era un premio que papá o mamá los dejara ver las caricaturas de la tarde, eso si, ya que hicieran la tarea.

Para quienes tienen treinta y tantos, aquellas aventuras animadas significaban uno de los pilares del entretenimiento. Había para todos los gustos, desde los melodramas disfrazados de animación como Remi hasta la ciencia ficción mecánica con Mazinger Z, pasando por la epopeya de origen vegetal de Jayce y los guerreros rodantes hasta el Viejo Oeste cósmico de Bravestarr.

Debió existir algo fascinante en aquellas viejas animaciones, que hoy en día están fuera de la programación en la televisión, pero que conservan firme su lugar en una generación para la que, lo mejor del mundo, era llegar a casa, prender la tele y ver las aventuras de sus personajes favoritos.


Mazinger Z (1972)

¿Quién puede detener a un científico loco que comanda a un grupo de bestias mecánicas a destruir una ciudad? Pues sólo un valiente (y aparentemente indestructible) robot gigante: Mazinger Z.

Piloteado por el temerario Koji Kabuto, Mazinger Z es un icono de la animación japonesa, que alcanzó una enorme popularidad en México en la década de los años ochenta y que todavía tiene un lugar en el corazón de cientos de fanáticos, que ya en sus 30 años, sueñan con pilotear el mítico personaje construido con el legendario Japanium. O mínimo, bautizar a su carro, por más austero que sea, con el nombre del metálico héroe.

Motivaciones: Salvar al mundo, aunque sus batallas suelen terminar con la destrucción de ciudades japonesas. Tiene puños atómicos, Vientos huracanados, el Rayo Fotónico y un gigantesco cohete en el estómago.

Enemigo: El Dr. Hell, un científico que comanda a un grupo de bestias gigantes, mitad demonio, mitad máquina. También a su segundo al mando, el Baron Ashler, un ser mitad hombre, mitad mujer.

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Remi (1977)

Más dramática que muchas telenovelas de su época, la vida de Remi es un rosario de tragedias que bien podrían ser producidas por Juan Osorio o Rosi Ocampo. Y se quedarían cortos.

Raptado cuando es un bebé, crece, sin saber, en un hogar que no es el suyo. El personaje pierde a su madre, a su abuelo (postizo), a sus mascotas, su ciudad y su profesión, todo en 51 capítulos, donde pese a todas las penalidades que enfrenta, se las arregla para conservar su corazón de oro. 

Tanto quedó arraigado el drama del niño en la cultura mexicana, que algunos adultos siguen usando la expresión “se te puso el ojo de Remi” (o sea, a punto de llorar). No, los niños ya no la entienden.

Motivaciones: Ser feliz. Y sí, al final se encuentra de nuevo con su mamá.

Enemigo: La pobreza, el frío y los lobos. La primera lo lleva a vivir de forma precaria casi toda la serie, mientras que las otras dos le quitan a sus seres queridos: El señor Vitalis, los perros Capi, Dulce, Servino y el pequeño mono Corazón Alegre no llegan a ver los días felices del “niño de nadie”.

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Jayce y los guerreros rodantes (1985)

El argumento de la serie espantaría hoy en día a cualquier amante de la ecología: Plantas mutantes se apoderan de la Tierra y amenazan a la humanidad. Ahora sólo Jayce y su grupo de amigos, a bordo de autos bastante exóticos, deben encontrar al padre del protagonista, un científico cuyos conocimientos podrían salvar a la humanidad de la violenta fauna humanoide que la domina.

Diseñada como casi todas las caricaturas de la década para vender juguetes y no tanto para contar una historia, Jayce y los guerreros rodantes logró trascender a su época gracias a su cuidada animación y sus altas dosis de rock ochentero.

Motivaciones: Salvar al planeta Tierra de ser convertido en una gigantesca lechuga. Encontrar al papá de Jayce.

Enemigos: Las monstruoplantas, dirigidas por Discord. Los transportes de estos seres, pese a parece vegetales de alto rodado, son capaces de lanzar descargas láser y destruir todo a su paso.

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Bravestarr (1987)

Pocas series animadas tienen como protagonista a un nativo americano, y dentro de esta categoría su máximo representante es Bravestarr, un vaquero que puede invocar una serie de habilidades especiales gracias al “espíritu de la naturaleza”. 

Vista de halcón, Fuerza de oso, Oído de lobo y Agilidad de puma son algunas de las cualidades con las que Bravestarr combate al mal en una colonia espacial bastante árida, cuyo nombre, para darle algo de ironía, es Nuevo Texas.

Fue producida por el mismo estudio que hizo He-Man, y al igual que esa caricatura, Bravestarr tenía lecciones morales al final de cada episodio, algo común en las series animadas de la época.

Motivaciones: Detener los abusos que se cometen en Nuevo Texas. A Bravestarr lo acompaña su caballo parlante, llamado 30-30, quien a su vez tiene una gigantesca escopeta a la que le puso el cariñoso nombre de Sara Juana.

Enemigos: Cuatreros comandados por Tex-Hex, un delincuente cuyos maquiavélicos planes siempre encuentran dos opositores: A Bravestarr y su propia torpeza. A veces puede más la segunda que el primero para detenerlo.

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